La visión del documental de
González y Toledo (2004) nos deja ver un claro ejemplo de la aplicación de las
teorías estructuralistas de las interacciones. Debemos considerar el hecho de
que la estructura social, en este caso más claramente que en otros en nuestro
entorno urbano, se presenta como un elemento casi definitorio de las
condiciones de vida en Can Tunis.
El primer elemento que debemos considerar es la construcción propia del
espacio de Can Tunis, que definirá en parte la problemática de la integración
de sus habitantes. Como diría Castel en El
encuadre de la exclusión (1995) el barrio de Can Tunis se presenta como la
segunda forma de exclusión histórica, esta es la construcción de espacios
cerrados en el seno de una comunidad, pero segregados. Esta propia situación
del barrio, aislado físicamente del resto de la ciudad, inaccesible de forma
directa y rodeado de carreteras que constituyen un moderno muro de contención,
facilitan una configuración social basada en la diferenciación entre el ellos y
el nosotros. La concepción de uno mismo y el cómo te percibe el resto de la
sociedad se hace explícita dependiendo de las necesidades o deseos que los
sujetos perciben (Durán, 1996: 30).
La concentración de población de etnia gitana no es más que un síntoma de esto. La dificultad de estos para acceder a un puesto de trabajo que les ayude a tener una renta mayor termina concentrando a la población gitana en guetos y zonas marginales que terminan relacionándose de manera recíproca con la marginalidad (son gitanos porque viven en zonas marginales-son zonas marginales porque viven gitanos). Ante esta perspectiva podemos encajar el concepto de Elías sobre el hábito en la estructura interna de la personalidad. Esta misma identificación con las características del barrio dificultarán la integración de esas personas en otros escalafones de la estructura social estando condicionadas por la auto coacción, según nos lo presenta Elías. Como dice uno de los testimonios de los niños: “vamos a un barrio de payos, al principio será difícil pero al final nos adaptaremos”. Esta diferenciación supone una identidad autoimpuesta -o quizás no tan “auto”, ya que el resto de la sociedad ayuda a que se mantenga esa percepción- sobre los que “son de Can Tunis vs. los que no lo son”.
La concentración de población de etnia gitana no es más que un síntoma de esto. La dificultad de estos para acceder a un puesto de trabajo que les ayude a tener una renta mayor termina concentrando a la población gitana en guetos y zonas marginales que terminan relacionándose de manera recíproca con la marginalidad (son gitanos porque viven en zonas marginales-son zonas marginales porque viven gitanos). Ante esta perspectiva podemos encajar el concepto de Elías sobre el hábito en la estructura interna de la personalidad. Esta misma identificación con las características del barrio dificultarán la integración de esas personas en otros escalafones de la estructura social estando condicionadas por la auto coacción, según nos lo presenta Elías. Como dice uno de los testimonios de los niños: “vamos a un barrio de payos, al principio será difícil pero al final nos adaptaremos”. Esta diferenciación supone una identidad autoimpuesta -o quizás no tan “auto”, ya que el resto de la sociedad ayuda a que se mantenga esa percepción- sobre los que “son de Can Tunis vs. los que no lo son”.
¿Pero que resulta de aplicar la cadena de interdependencia de Elías a
este caso? Al identificar los diferentes actores que intervienen hemos llegado
al siguiente diagrama como conclusión:
Las necesidades macroeconómicas en referencia al transporte de mercancías
hacen llegar a la conclusión de que es necesario ampliar la capacidad del
Puerto de Barcelona para ser competitivo. Para ello la Autoridad Portuaria
solicita al Ayuntamiento de Barcelona los terrenos donde se sitúa Can Tunes
para llevar a cabo su expansión. Esta situación provoca que los vecinos de Can
Tunis tengan que abandonar su vivienda. De esta forma, llegamos a reducción tal
que los niños que viven en Can Tunis se ven afectados por la macroeconomía.
Hasta aquí podemos además, superponer la visión del constructivismo
estructuralista de Bourdieu. Los habitantes de Can Tunis estarán condicionados
por las características de su Campo. La marginalidad que configura su forma de
vida constreñirá su propia concepción de lo que son y lo que pueden llevar a
ser, no teniendo una perspectiva más allá de lo que encuentran en su propio
Campo y favoreciendo que vuelvan a reproducir su rol social. Pero a su vez el
ser conscientes de la realidad que les rodea les da una posibilidad de salir
del círculo vicioso. Pudimos comprobar como una de las familias llegaba a salir
del barrio antes de su destrucción y tenían la intención de no repetirlo. Esta
familia supone una ruptura con lo que se espera de ella y podrá cambiar su
Habitus. Sin embargo, como pudimos ver en las últimas escenas, las
características del Habitus son perdurables y se resisten a cambiar. Como
pudimos ver con el hijo menor inadaptado a su nueva situación. En cuanto a la
transponibilidad de las experiencias podemos ver como las formas de relación de
los menores entre ellos y su interacción con su entorno responde a modelos de
comportamiento adultos (conducción de coches, formas de verbalizar sus
opiniones, relaciones violentas entre ellos, gestos al fumar) lo que nos lleva
a aplicar la teoría de la Asociación Diferencial de Sutherland. Mediante este
podemos afirmar que el comportamiento delictivo es aprendido por los individuos
que conviven en el mismo espacio con los menores. Además, existe una racionalización
del delito y de sus causas que hacen que se repitan las conductas de una
generación a otra –pudimos ver como las generaciones anteriores habían pasado
por prisión y poco a poco las posteriores también terminarían en ella-.
Mediante el comportamiento delictivo se pretende cubrir una necesidad
–económica, de subsistencia, atención o búsqueda de prestigio- que fuera del
contexto del propio barrio son consideradas completamente reprobables. En este
caso podemos comprobar como existe una verdadera desatención por parte de los
adultos. Los niños siempre aparecen en el documental en su libre albedrío, en
las calles, conviviendo con la marginalidad y nutriéndose de ella. No parece
que tengan límites de ningún tipo y no parece que los adultos que les rodean tengan
intención de limitar su comportamiento violento (Sutherland, 1939, en Mirón y
Otero-López, 2005)
En cuanto al concepto de Campo que propone Bourdieu comprobamos como
existe un conflicto entre la organización de la comunidad y el Ayuntamiento de
Barcelona. Los acuerdos a los que parecen haber llegado no son cumplidos por el
actor dominante y esto provoca una lucha abierta entre una parte y otra. En
esta lucha los vecinos utilizan el poco capital que tienen disponible, que es
la organización de la lucha vecinal para lograr sus objetivos. En esta podemos
ver como a su vez existen roles de género muy marcados. Las mujeres son mayoría
en las protestas, al menos al comenzar las mismas, mientras que la voz
predominante está en manos de los hombres. Esta distribución de fuerzas
responde a ciertas circunstancias del propio Habitus. Seguramente muchas de las
familias tengan en prisión a los miembros masculinos o estos estén ausentes
voluntariamente del enfrentamiento con las fuerzas de seguridad por su
situación judicial. Aunque estas explicaciones no se pueden confirmar suele ser
la situación habitual que explica la ausencia de uno de los miembros de la
unidad familiar.
BIBLIOGRAFÍA
·
CASTEL, R., 2004; Encuadre de la
exclusión; Barcelona; Gedisa.
·
DURÁN
HERAS, M. A., 1996; Torres, pirámides
y estrellas (sobre las imágenes de la estructura de clases); REIS, Issue
75, pp. 29-54.
·
MIRÓN, L
y OTERO-LÓPEZ, J.M.; 2005; Jóvenes delincuentes; Barcelona; Ariel
FILMOGRAFÍA
·
GONZÁLEZ
MORANDES, J y TOLEDO, F., 2007; Can Tunis; Didac Films
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