lunes, 11 de agosto de 2014

El novato inocente: Un día en las TdN

Los ojos escuecen, la boca está seca, calor asfixiante en la habitación. Me levanto de la siesta, son casi las 21 de la noche, ya están sirviendo la cena… Pero me doy cuenta de que estoy en casa. Miro la acreditación colgada de un gancho que parece puesto a propósito en una estantería. Ahora descansa con acreditaciones del Festival de Cine de Sevilla, de las Erial, de las JLA, Ciudad de Arkham… Es la primera de las Tierra de Nadie que traigo a casa. 
Pool de acreditaciones

5 días que han parecido 1 mes. Compañeros de habitación con los que da la sensación que has vivido toda la vida. Saludos entre participantes que parecen colegas de siempre, y sólo se conocen de las redes. Actividad por doquier, cosas nuevas, cosas viejas, pronunciaciones exactas que se mezclan con el seseo. La procedencia da igual, los gustos dan igual porque todos somos lo mismo: Roleros. 



Despiertas, es hora de acicalarse si da tiempo. El desayuno espera. En la cola encuentras a un conocido, comienzas a hablar con él. Una compañía que dura lo que dura el desayuno y después se disuelve para hacer actividades. Toca elegir, hay muchas partidas diferentes. ¿Quieres probar juegos nuevos? Corre, que se acaban las plazas ¿Quieres un rol en vivo? Prepárate para interpretar a una rana, una estrella del rock, un@ modelo o un@ periodista del corazón ¿O pensabas que se iba a limitar a ser un vampiro, un caballero medieval o un investigador de Miskatonic? La partida empieza en 30 minutos, tiempo para ducharse (Nota: dos personas pueden ducharse y vestirse en 8 minutos -sin ducharse juntos-. No hay excusa para tardar tanto…). Escoge entre las 10 camisetas frikis que has traído para lucir; las de las jornadas ya están sudadas y hay que respetar al personal. Frases ingeniosas, series de televisión, crossover entre series y juegos, personajes de comic, jornadas pasadas… cualquiera es buena, nadie te mirará raro. Date prisa, si eres el último en llegar llevarás el pj que nadie quiere. Preséntate. Hoy toca jugar con gente de Galicia, Madrid, Valencia y un venezolano que viene de Noruega solo a las jornadas. Comienza el juego…

Magnífica partida, no olvidarás las sensaciones vividas. Jugadores y organizador intercambian datos de redes sociales. El móvil echa humo y la batería se agota en medio día. Quieres twittearlo, googlearlo, escribirlo en tu muro. Estás eufórico y aún quedan días por delante. Por la noche se escuchan gritos, risas, aplausos. Desde la habitación parece que la actividad no acaba nunca. Quieres descansar, mañana tienes que narrar, pero aquí no se viene a dormir…

Fichas, lápices, dados, manual. Repasas una y otra vez las notas de la aventura. No sabes con quién te vas a encontrar en la mesa. Hoy te toca dar el do de pecho. Miras la aplicación y ves que se ha llenado en poco tiempo. Un poco de presión extra nunca viene mal ¿no? No reconoces ningún nick. Tus colegas te han hecho caso y han dejado que otros puedan jugar contigo. Ya habrá tiempo para jugar juntos en casa, o eso les prometes…ejem. Vas a la sala, allí te esperan. De nuevo el ritual: presentaciones, explicación del juego, selección de personajes y comienza la partida. Finalizas el epílogo con un silencio incómodo. Miras a los jugadores a los ojos, están expectantes. Intuyes incluso expresiones compungidas. Rompen a aplaudir. La partida ha salido de lujo. Respiras aliviado, los jugadores se han metido en la partida y han logrado que todos en la sala disfrutaran. 10 minutos comentando las jugadas. Ya no hay tensión, te sueltas. Sigue el ritual: intercambio de redes sociales, despedidas y vuelves a la habitación a dejar los enseres. Te sientas en la cama y revives la partida. Hay cosillas que cambiar, pero eso será otro día. 

Ahora toca visitar las tiendas. Dados, manuales descatalogados, en inglés, algunos que no sabías que existían, otros que no puedes creer que existan. Miras la cartera: quieres esa camiseta de S.H.I.E.L.D., pero también quieres esos dados de QWorkshop que brillan en la oscuridad. En el polideportivo apenas se cabe. Reconoces a un rolero de G+, lo saludas, te presentas. Habláis de las entradas de tu blog, de sus reseñas, del tema candente que toca en la red. Te despides con un “ya nos veremos por aquí”. Un autor está firmando en un improvisado stand. Joder, no te has traído ninguno de sus libros ¡El año que viene no te escapas! Charlas con él, es un tío majo. La imagen que se tiene del famoseo del mundillo (sic) es irreal, no muerden, son accesibles y les gusta charlar con la gente.

Llega la clausura, te das cuenta de que esto se está acabando. Repasas mentalmente las partidas, los momentos, las gentes, los críticos, las pifias. Miras a la gente y ahora conoces a un 5% más de los que están en la sala. Miles de persona han pasado por aquí y has tenido la suerte de poder vivir una experiencia que el resto de la población no podría entender. Porque ahora comprendes que hay comunidad, ahora entiendes que no hay barreras. Quedan 365 días. El año que viene conocerás a un 5% más de la sala. El año que viene serás un año mayor, habrá más carritos de bebé, habrá más nuevos roleros que vienen por primera vez, habrá más publicaciones, más temas candentes y más diversión.

El año que viene habrá más Tierra de Nadie.

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